Thursday, May 19

Violencia Escolar

De nuevo el fallo que ha emitido el Juzgado de Menores nº 1 de San Sebastián contra los ocho menores acosadores de Jokin vuelve a sacar a la luz el tema de la violencia escolar.
Han sido condenados a 18 meses de libertad vigilada por un delito contra la integridad moral. Cuatro de ellos deberán además cumplir tres fines de semana de permanencia en un centro educativo por una falta de lesiones. Queda probado según la sentencia que Jokin C.L. se suicidó, arrojándose al vacio desde la muralla de Hondarrubia (Guipúzcoa), tras haber sido víctima durante meses de insultos, vejaciones y agresiones físicas por parte de sus compañeros, un grupo con el que había empezado a tener relaciones en el curso 2003-2004 y todo esto presumiblemente ante la mirada "impasible" del resto de la comunidad escolar.
Según la jueza, sabían que le causaban "daños", pero se entiende que estos adolescentes no previeran las consecuencias fatales de sus execrables actos, aunque bien es cierto que para algunos y sobre todo para la familia de Jokin la sentencia pueda considerarse extremadamente benigna teniendo incluso en cuenta la imposibidad de establecer una relación de causa-efecto entre el suicidio y la actuación de los acusados.

Nos podemos preguntar entonces, ¿qué pudo desencadenar el drama? ¿qué provocó que tomase la irrevocable decisión de lanzarse al vacio? El terrible dolor y angustia generados por la tortura continuada de estos chicos que hicieron que perdiera el control, que tomara esta decisión dramática porque no encontró una vía de escape, nadie supo ayudarle, nadie fue consciente de la gravedad de la situación, sobre todo porque pensamos que las víctimas deben de ser seres inadaptados, con algún tipo de defecto físico o psíquico que les hace ser el blanco de burlas y agresiones. Nada más lejos de la realidad en este caso: Jokin no era un chico débil, tenía un buén expediente académico e incluso había sido elegido delegado de clase anteriormente, lo que revela sus dotes de liderazgo, sus acosadores fueron en principio sus "amigos"

Esta es una seria advertencia para los adultos por la permisividad con la que aceptamos los abusos entre menores y sobre todo para los enseñantes que no somos conscientes de que las burlas, el hostigamiento y la violencia verbal y física entre los estudiantes, por leves que parezcan, son conductas de consecuencias imprevisibles que no pueden aceptarse como "cosas de la edad". Deben detectarse y atajarse desde su mismo inicio.

Este caso ha sorprendido a la opinión pública y ha saltado la alarma ante una situación que no es nueva en las aulas, pero que para muchos parece que ha empeorado:la conflictividad escolar.
Desde entonces, el "bullying"no ha dejado de aparecer en los titulares de la prensa y los casos de acoso y violencia no han dejado de salir a la luz.
En el proceso de "bullying" intervienen tres actores claramente diferenciados:

  • El "bully" o agresor: utiliza de forma sistemática el acoso verbal, emocional, físico o social contra alguno de sus compañeros. Suele padecer graves problemas emocionales que pretende superar mediante el acoso sistemático contra sus compañeros. No tiene porqué responder al prototipo de chico seguro de sí mismo, corpulento o lider natural, es más, si no desplegase este comportamiento agresivo, podría quedar en el anonimato. El "bully" con sus actuaciones pretende ser el protagonista de ese grupo que contempla pasivamente su agresión. Persigue, de esta forma aliviar la angustia que le provoca su desequilibrio emocional y utiliza el acoso como "mecanismo compensatorio" para sentirse mejor al ser aceptado por el grupo.
  • La víctima: puede ser cualquier compañero del agresor y que frente a la provocación responde negativamente. Puede ser cualquier alumno porque la víctima no responde al estereotipo de chico tímido, acomplejado o con ciertas dificultades de relación como hemos visto en el caso de Jokin.
  • El grupo: actua de mero espectador ante el acoso y constituye con su silencio y pasividad al maltrato, también es responsable de lo que ocurre, es un protagonista activo del acoso al que es sometida la víctima. Sus integrantes, temerosos de poder ser ellos mismos elegidos como víctimas, prefieren esconderse en la protección que da el anonimato.

No debemos olvidar que el "bullying" no se refiere solamente a las agresiones físicas, sinó también a otra serie de actuaciones como el insulto, poner motes, extender rumores, obligar a hacer cosas, inventarse historias para meterles en problemas, persuadir a los demás de que no sean sus amigos o de que no les hablen, ignorarles,no dejarles colaborar en actividades o juegos, no invitarles a fiestas, ser atacados por su religión, raza, apariencia o por alguna discapacidad, dañar o esconder sus pertenencias, robarles o pedirles dinero, enviarles mensajes desagradables al móvil, hacerles llamadas perdidas, enviar mensajes insultantes por internet (chats o mensajería instantánea), acosarles sexualmente, amenazarles con o sin armas...

Las escuelas a menudo no nos tomamos en serio estos actos, nos escudamos en que son cosas de la edad, en que no teniamos ni idea de lo que estaba pasando pero los "bullies" si lo saben y sus compañeros también, todos somos culpables y es demasiado tarde darse cuenta y lamentarse de ello cuando alguien ha muerto, está en tratamiento médico o psiquiátrico o simplemente deja de asistir a clase por miedo a estos acosadores.

Sin embargo, pese a la continua aparición de casos en los medios de comunicación y al clima de "alarma" generado, los expertos y las estadísticas coinciden en que la violencia escolar, es por el momento, algo excepcional en España, son conflictos de "baja intensidad", actuaciones puntuales. Pero, a pesar de ello, en casi todas las comunidades autónomas se están implantando programas que persiguen la mejora de la convivencia y la prevención de la conflictividad en la escuela. Les deseo suerte para bien de todos.

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