Monday, March 3










No soy Rappel ni tengo una bolita mágica de cristal que me diga lo que va a pasar después del 9M pero lo que sí es seguro es que el futuro está en manos del pueblo quien será en última instancia el que decida.
Desde que empezó la campaña electoral y ya antes hemos oído hasta la saciedad la doble versión de una misma realidad. En todos los aspectos que interesan a la sociedad española siempre hay una doble solución, por supuesto opuesta una de la otra. Donde unos dicen que todo está mal y que lo cambiarán si ganan las elecciones, los otros piensan que no todo está tan mal y que seguirá igual si salen ellos vencedores.
Esto es especialmente claro en Educación.
Según unos se debe suprimir la asignatura de Educación para la Ciudadanía, deberá haber itinerarios en la ESO, la Religión será una asignatura más del currículo y habrá una reválida al terminar el Bachillerato. Para los otros justamente lo contrario.
Ante esta perspectiva los docentes estamos perplejos, ¿se están refiriendo a una misma nación? ¿no deberían preguntarnos algo al ser los más directamente relacionados con la Educación?
Tendríamos mucho que decir, y nadie nos consulta. No nos resignamos a que el futuro sea o más de lo mismo o lo contrario.
Se deberían poner en marcha unas medidas organizativas y pedagógicas para mejorar la Educación Secundaria y el Bachillerato sobre todo en lo referente a la promoción de curso y titulación.
No entiendo cómo se puede promocionar de curso hasta con tres asignaturas evaluadas negativamente y lo mismo titular en Educación Secundaria. En “nuestros tiempos” debíamos aprobar todo, y la calidad de enseñanza y por lo tanto sus resultados eran superiores. Si lo que se pretende es evitar el fracaso escolar a la vista de la sociedad, no se debe disfrazar la realidad, este no es el medio de evitarla, es un engaño. Nuestros estudiantes no están preparados, no son competitivos ni tienen las mismas oportunidades que el resto de estudiantes europeos donde prima el esfuerzo y la capacidad. Y lo que es peor, se hace con el beneplácito de los padres que sólo están interesados en que sus hijos pasen de curso aunque no estén lo suficientemente preparados.
Porque la verdad y más que nos pese España es uno de los países Europeos que menos invierte en Educación, uno de los que soportan más altas tasas de fracaso, uno donde se producen más abandonos tempranos de los estudios así como uno donde se obtienen los peores resultados en las competencias científica, matemática y comprensión lectora (Informe Pisa)
Además se deben también considerar los itinerarios, la ratio, el tratamiento de la diversidad, el potenciar las TIC, apostar por la escuela pública… Y sobre todo el intentar estabilizar la educación a largo plazo sin estar expuesta a los cambios de los diferentes gobiernos, dictando leyes de obligado cumplimiento en todo el Estado.
Pero de nuevo en nuestro panorama actual se intenta buscar justificaciones a esta desastre: unos lo explican con la idea del retraso secular, otros “culpan” a la globalización, según otros se debe a la baja preparación de los padres poseedores de pocos estudios, otros a los cambios permanentes de la educación, otros a la LOGSE, a la poca formación del profesorado…

Por otra parte los padres conciben a los centros escolares como “guarderías” (un comentario común es “¿molesta mi hijo? No, pues entonces déjelo ahí que está mejor que en la calle”) cuando no como centros de ocio, vienen y te dicen que su hijo se aburre en el centro. ¡Pues que abra el libro! Y te tienes que morder la lengua para no espetar ¡Pues llévelo al circo! No aquí. En la entrada está bien claro el letrero “Instituto de Educación Secundaria” y se supone que se viene a eso, a recibir educación. Sospecho que si llevan a su hijo a un espectáculo cualquiera no pretenderán que estudie allí. Pues eso. Cada lugar para lo que es.
Y ¿cuales serían las soluciones? Otra vez nos encontramos con la consabida dicotomía, que como es obvio se reducen a dos: unos proponen unas soluciones, los otros las contrarias. Así que parece que nos tendremos que resignar a más de lo mismo, o lo contrario. No tenemos muchas esperanzas de una mejora efectiva de la calidad de enseñanza y del reconocimiento social de la Educación y de los docentes a los que se les debería dotar de más autoridad e intentar eliminar la violencia de baja intensidad que tanto mina a los profesores y es la causa de muchas bajas laborales.
Confío en que el nuevo gobierno, sea el que sea, intente arreglar este “desaguisado”, sepa encontrar el equilibrio y el consenso para que educar a los jóvenes no dependa de los vaivenes políticos y que la solución que adopte sea en bien de la Educación al servicio del impresionante desarrollo económico y social que nuestra nación ha alcanzado continuando un ritmo ascendente hasta conseguir y consolidar un reto cada vez más alto.


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