Sunday, July 3
El espectáculo que está dando últimamente el mundo del corazón es digno de ser analizado por un psicólogo. Los contenidos rosas de antaño han perdido terreno ante subproductos autodenominados del corazón nacidos al calor de las auiencias, se ha trascendido el puro divertimento para convertirse en objeto de culto sociológico, donde las miserias humanas son su razón de existir y, lo que es peor, el espejo público donde se miran cada día millones de personas. Son asimismo fábricas de ídolos con pies de barro, mitigadores de soledades urbanas... Y sobre todo generadores absolutos de cientos de miles de euros.
Por otra parte, esto ha provocado una guerra entre periodistas de este mundo, cada vez más contaminado. Sobre todo, tras el culebrón protagonizado por Lydia Lozano sobre la hija desaparecida de Albano, donde el "caso Ylenia" se ha convertido en el "caso Lozano" y donde a esta veterana del grito, algunos de sus colegas empiezan a repudiar. Es el caso de Rosa Villacastín y de la histriónica Maria Patiño (tertuliana sobre famoseo de tercera y que se lleva la palma en la construcción de un personaje casi surrealista, viene a ser algo así como la Jiménez Losantos de los debates de este subgénero del mundo rosa) que han pedido menos lloros de Lydia y mayor consecuencia.
Chelo García Cortés la ha emprendido con Aquí hay tomate y otros formatos de telerrealidad (Gran Hermano, La casa de tu vida, La Granja...y sobre todo el imbatible Crónicas Marcianas, el late-night que se nutre también del mundo rosa, con contenidos polémicos pero reclamados por el público. Menos mal que Buenafuente le está plantando cara y está logrando consolidar su programa con un humor fino y satírico combinado con entrevistas y parodias.
Los periodistas ven que se ha entrado en una espiral en la que las reglas del juego implican mayor riesgo, ellos mismos acaban siendo carne de persecución, famosas metidas a tertulianas y algunas estrategias para fabricar noticias pueden provocar el enloquecimiento general, esta telebasura es una máquina de hacer picadillo a todo lo que caiga en sus redes y no requiere la atención de las asociaciones de periodistas sino el análisis clínico del mundo de la psiquiatría.
Pero, ¿qué es lo que ha llevado a esta situación? ¿qué ha pasado para que estos subproductos del corazón donde sus protagonistas desnudan miserias, chillan e insultan sigan siendo líderes absolutos de audiencia y con la mirada complaciente de millones de españoles?
Está claro que los gustos de los espectadores han cambiado, antes buscaban admirar, ahora quieren ver a alguien como ellos mismos, de una gente famosa por algo (trabajo, familia...) se ha mutado a unos personajes que no aportan nada, que no tienen nada que decir, que no han hecho nunca nada, han salido de la telerrealidad pero la gente se identifica con ellos.
Se ha llegado incluso a inventar noticias, crean un rumor que nadie verifica, luego lo desmienten pero hay toda una serie de parentela (tios, primos, conocidos...) que confirman el rumor, que dicen que algo de verdad tendrá y así hasta el infinito. Y no se puede demandar porque es sólo un rumor, sólo insinuan.
Al menos los informativos parecen mantenerse "a salvo" de esta tendencia de convertir la información en un espectáculo impresentable. Los medios saben que deben presentar esta información de una forma atractiva pero sin espectacularidad, y de momento se han preservado en una especie de burbuja sin contaminarse.
Las personas que insultan, gritan o se pegan ahora son presentados como modelo de conducta. No se trata de admirar a las personas sino de despreciarlas, de ver como las destrozan en un plató. Es el triunfo de lo burdo, lo fácil.
Los medios de comunicación deberían buscar alternativas fuera de las audiencias salvajes, de los contenidos ramplones y de estos personajes kleenex, de usar y tirar que son patéticos. Gente que no es nada y, de repente, se vuelve famosa pero que al cabo de unos meses ya nadie se acuerda de ellos.
Pero actualmente se pretende rentabilizar al menor coste, sin importar el contenido y esto sucede prque se está perdiendo el valor de la conversación, hay mucha soledad e incomunicación y la televisión no es más que un reflejo de esta sociedad.
Pienso que puede existir una televisión rosa amable y glamourosa,válida para el público, que le sirviera de entretenimiento y relajación, pero no esta otra que es el reflejo de una sociedad sin valores, anclada en la soledad y la angustia y que ha hecho del culto al dinero y a la fama rápida su razón de ser.
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